jueves, 13 de septiembre de 2007

"hay que seguir agotando todas las instancias investigativas, sin claudicaciones"


(Editorial Diario La estrella de Chiloé 11 de septiembre 2007)
Hay que seguir agotando todas las instancias investigativas, sin claudicaciones, y mantener este caso en la agenda pública para que no sea olvidado.
Angustia, desesperación y mucha impotencia son los sentimientos que por meses golpean con fuerza a la familia del universitario Carlos Millán (21), quien en extrañas circunstancias desapareció la madrugada del 1 de octubre de 2005, tras asistir a una fiesta en el centro de Valdivia. Desde esa fecha y pese a las indagaciones realizadas por la policía, Ministerio Público y familiares del joven ancuditano, no ha brotado pista concreta que permita dilucidar que ocurrió con el estudiante.
La Fiscalía de Valdivia -organismo a cargo de las pesquisas- resolvió archivar el caso ante las exiguas líneas investigativas que se han podido diseñar durante el año y 11 meses de arduas pesquisas. El próximo 1 de octubre, el fiscal regional podría tener decidido si acoge la solicitud de su subordinado o, simplemente, se sigue adelante.
La pregunta que subyace frente a este enigmático caso es si realmente es posible que una persona desaparezca misteriosamente sin dejar el más mínimo rastro. Aunque sorprenda y duela aceptarlo, las estadísticas nacionales arrojan que cada 6 horas desaparece una persona en nuestro país, y el 40% de ellos no es encontrado jamás. Conmociona, además, que en la mayoría de los casos los protagonistas sean niños que no superan los 14 años, situación que tristemente continúa repitiéndose a lo largo del territorio nacional.
Queda claro que los organismos policiales juegan un rol fundamental para esclarecer estos hechos y en muchos casos el exhaustivo trabajo investigativo arroja los resultados esperados. Sin embargo, todas las acciones que se coordinan para establecer el paradero de una persona extraviada no siempre llegan a buen puerto. El cadáver de una persona puede ser sepultado y llorar el luto junto a la tumba, pero lamentablemente no hay cementerios para los desaparecidos y el dolor de los deudos puede prolongarse indefinidamente.
Es de esperar que estas desapariciones se aclaren por el bienestar y tranquilidad de los familiares. Mientras tanto hay que seguir agotando todas las instancias investigativas, sin claudicaciones, y mantener este caso en la agenda pública para que no sea jamás olvidado.

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